Mater amatísima

12,00

Mater amatísima por Pilar Gorricho del Castillo

Siempre supe que no me pertenecías.
Como una intuición dramática,
sabía que la palabra «hija»
se me clavaría
en el cielo del paladar atragantando los tiempos.
Mi hija, mi casa, mi coche.
Siempre el «mi» en un intento desesperado
por abrirnos un hueco entre los dementes.
Yo… te llamaba por tu nombre.
La Sara.
Por los siglos de los siglos.
La Sara.
Curiosamente,
ahora que has muerto,
he comenzado a llamarte
hija mía.